miércoles, 7 de noviembre de 2012

Una nueva experiencia en nuestro cole




La psicomotricidad vivencial es un modo natural de crecer y desarrollarse. De una manera relajada y placentera  los niños aprenden sobre ellos mismos, el mundo que les rodea, cómo relacionarse con los demás y afianzan las bases neurológicas necesarias para posteriores aprendizajes, (lectoescritura, matemáticas…).
En el círculo aprendemos a escuchar, a comunicarnos y respetarnos. Es un espacio donde compartirse con los demás y sentirse acogido por el grupo que me acompaña en mi crecimiento. Es un  momento para sentir que todos somos importantes y que soy valioso.
Nuestro amigo el patito nos ayuda a aprender todas estas cosas tan importantes y nos enseña a hablar el idioma cuacua, ¡¡siempre viene bien saber idiomas!!.
Hoy ha tocado cuento-motor: conciencia corporal, psicomotricidad gruesa, imaginación y pensamiento, contacto y confianza con el grupo…, ¡¡todo en uno!!. Me encantan y a ellos también, ¡no hay nada más  que verles las caras! :)
Cambiando los materiales, se cambian las formas de relacionarse con los objetos, con el entorno y con los demás. Así, poco a poco,  voy desarrollándome, “pasito a pasito ando mi caminito”.
Las pelotas me hacen correr, me familiarizan con el círculo, con el espacio, con la inercia, con las cantidades, me ayudan a medir mi fuerza cuando lanzo, comprender la trayectoria espacio-temporal y a afinar mi puntería lo cual me da conocimiento de mi cuerpo y me vuelvo más libre en mis movimientos. Me relaciono con mis compañeros en un movimiento continuo.
Los aros y las telas me despiertan la imaginación, me convierto en león que pasa y salta por el aro, en príncipe con una capa, me hago un camino de piedras, me hago un vestido o una cama. Además  lanzo el aro, lo hago rodar, salto dentro y fuera lo ruedo en mi brazo, en mi cintura, y me conecto a la suavidad de las telas.

¿Queréis verlo?



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